DE TERESA URQUIJO A CARMEN GóMEZ-ACEBO: POR QUé LAS MUJERES DE LA JET-SET ELIGEN A NAVASCUéS PARA SU VESTIDO DE NOVIA

El taller de Navascués lleva más de 40 años vistiendo a novias. Cristina Martínez-Pardo Cobián (Madrid, 1950), su fundadora y directora creativa, llegó al mundo nupcial de rebote. Mientras guardaba reposo tras sufrir un accidente y a modo de distracción, comenzó a manejar telares y de ahí, a encontrar su verdadera pasión: crear vestidos de novia. A sus 74 años, Cristina sigue al frente de la casa nupcial y es más, la experiencia, el buen hacer y la tradición como señas de identidad de Navascués, le han otorgado una nueva vida: todas las mujeres de la jet-set confían en ella para sus bodas.

No es tanto una fiebre o una moda, elegir a Navascués y a su equipo es sinónimo de apostar sobre seguro, de escoger un look cuidado hasta el más mínimo de los detalles y asegurarte de ser una novia única. Una elección que se entiende aún más si tenemos en cuenta el boom de nuevas marcas para novias que azota la industria. Pararte e ir sobre seguro, como lo han hecho en las últimas semanas, Teresa Urquijo, Carmen Gómez-Acebo y otras mujeres de la jet-set que entonaron el 'sí, quiero' con un vestido de Navascués.

Teresa Urquijo y Jose Luis Martinez-Almeida el día de su boda. (Plataforma)

Que Teresa Urquijo, mujer de Jose Luis Martínez-Almeida, acudiera al atelier ubicado en la calle Villanueva, 10, de Madrid, no fue casualidad. Resulta que el alcalde de Madrid es sobrino de Cristina Martínez-Pardo Cobián, por tanto, todo quedaba en casa.

Su traje entrañaba un reto aún mayor al que se enfrenta la diseñadora nupcial a diario cuando una mujer quiere un modelo singular y a medida, en este caso, el reto era transformar y actualizar el vestido de novia original que habían llevado su abuela y su madre décadas atrás. ¿Las premisas? Respetar el tejido y con él, confeccionar un diseño tan clásico como actual. Teresa de Borbón-Dos Sicilias, abuela Urquijo, llevó por primera vez el 16 de abril de 1961 para su boda con Íñigo Moreno de Arteaga. El 16 de junio de 1995, sería Beatriz Moreno y de Borbón, su madre, quien rescataría el traje para su enlace.

El 6 de abril de este año, Teresa Urquijo sorprendió con la transformación a cargo de Navascués. Con 7 diferencias notables entre el original y el nuevo vestido de novia, como el cuello, las mangas o la falda, la novia del año logró poner de acuerdo a los expertos y a la crítica con su outfit.

Carmen Gómez-Acebo y su padre, Juan Gómez-Acebo Sáenz de Heredia. (Gtres)

La filosofía que fundamenta el trabajo de la firma es clara: "Un vestido tiene que emocionar a quien lo lleva. En Navascués dedicamos especial atención a los detalles, una de las máximas de nuestro taller. Muchos años de experiencia y un excelente equipo de trabajo hacen posible que cada diseño sea único y pueda personalizarse para captar la esencia de cada novia. Siempre con los tejidos más exclusivos, la mezcla de texturas, bordados, incrustaciones y encajes, conseguimos que nuestros vestidos tengan un sello inconfundible".

Una mezcla que se dejó notar hace unos días a las puertas de la iglesia de la Concepción Real de Calatrava cuando Carmen Gómez-Acebo bajó del coche que le llevó a la ceremonia religiosa de su boda con Borja Álvarez de Estrada. De inspiración griega y muy original, estaba confeccionado con tul blanco para cubrir los hombros y dar forma a la base de la falda, y otro material más, un tejido estructurado con estampado jacquard en tono crema para la sobrefalda. Años antes, sus hermanas, Victoria y Lucía, también se casaron con un Navascués.

Solo habían pasado 24 horas cuando otras dos novias, en diferentes puntos geográficos del país, contraían matrimonio y las dos, con vestido de la enseña tradicional. La primera, Isabel García-Morales Merino, celebró sus nupcias junto a Joaquín Bohórquez Ruiz-Mateos, nieto de José María Ruiz-Mateos, en Plasencia.

Clásica, cumpliendo las pautas de estilo que se presuponen en las novias, Isabel lució un vestido en blanco roto con bordados en el cuerpo y un inusual escote redondeado. De manga larga y con los hombros picudos, el traje se ajustaba en el cuerpo para después abrirse hasta el suelo en una falda evasé con dos capas de tejido, uno estructurado para la base que mantenía esos bordados, y encima, de nuevo el recurso de sobrefalda con una pieza de gasa semitransparente. Completó su look con una tiara de brillantes de la que nacía un velo antiguo en tono beige.

La tercera novia en discordia fue Alba Valenzuela. Sevilla acogió este sábado 27 de abril el enlace entre ella, y Joaquín Astolfi, sobrino del jinete Luis Astolfi (amigo íntimo de la infanta Elena). La ceremonia religiosa tuvo lugar en la Real Parroquia de Señora Santa Ana, en pleno barrio de Triana, y hasta allí llegó la novia junto a su padre descubriendo el secreto mejor guardado: su vestido de novia de Navascués.

De líneas depuradas y minimalista, Alba Valenzuela presumió de uno de los escotes tendencia entre las novias, el escote Bardot. Una elección sugerente y elegante que el taller madrileño confeccionó con un tejido con cuerpo en color blanco. Ceñido en el cuerpo y a la altura de las caderas, amplio con una falda en línea A con ligeros pliegues, la novia completó su look con un sencillo velo de tul cubriendo el rostro.

Los condes de Osorno, el día de su boda. (Gtres)

Cuatro mujeres de la jet-set, Teresa, Carmen, Alba e Isabel, que apostaron sobre seguro, sobre una costura cuidada al milímetro, un patronaje a medida y una aguja con experiencia de sobra.

Ellas cuatro se suman a un historial de novias Navascués del que también forman parte Belén Corsini, condesa de Osono; Blanca Sainz, hija del piloto Carlos Sainz, la creadora de contenido Teresa Andrés Gonzalvo, la actriz Dafne Fernández, la diseñadora Marta Oria o la aristócrata Lulú Figueroa, y que vienen a confirmar que la tradición y el trabajo bien hecho, jamás pasan de moda.

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