Es más fácil decir que hacer. Cuántas veces no habremos oído esta frase tan cierta. Hay mucha gente con propuestas que no se plantean el coste de llevarlas a cabo o lo difícil que es. Luego viene el momento de llevarlas a la práctica y todo son problemas.
¿Pero sabes que puede pasar exactamente lo contrario? Que sea más fácil ponernos a hacer cosas porque no sabemos decir que no; es decir, que no sepamos negarnos ante una idea que nos parece excesiva, con la que no estamos de acuerdo o que sencillamente nos va a llevar mucho tiempo y esfuerzo. Y todo por no crear conflictos innecesarios.
Pasa más a menudo de lo que creemos y a mucha más gente de la que podría pensarse. De eso es de lo que nos están alertando los psicólogos. Por suerte (y ya que estamos de frases hechas), a grandes males, grandes remedios. Los expertos nos traen la palabra mágica que lo soluciona todo.
Parece mentira que, siendo una de las palabras más cortas que tenemos en castellano, a vecescueste tanto de pronunciar: ‘no’. Es lo que apuntan los expertos. “Decir no parece fácil a priori; sin embargo, es una de las máximas dificultades que nos encontramos en consulta”, explicaba la psicóloga Natalia Franco, del centro clínico Área Humana.
No has de creer que significa tener una actitud egoísta o poco social. Hay veces es que es importante no acceder a todo. ¿A quiénes les cuesta más decir no? Hay algunos perfiles de personas que, por diversos motivos, tienen más dificultades a negarse:
Como ves, se trata de situaciones que suponen que estás teniendo una situación de inferioridad. La culpa de una manera u otra recae sobre ti. Y no debería ser así.
No siempre es fácil reconocerse uno mismo en alguno de estos grupos de personas. Hay un par de pistas que nos pueden indicar que nos cuesta decir no:
“No decir no tienen consecuencias y nos afecta de alguna manera”, advierte la psicóloga Franco. Ese estilo evitativo, el de acceder a todo, tiene como consecuencia la pérdida de control sobre nuestra vida. No ser nosotros mismos.
Aparecen entonces esa sensación de baja autoestima, sentimientos de indefensión y de que son los demás los que manejan nuestra vida y nuestras respuestas, que llevan a mucha gente a la consulta del psicólogo.
También pueden generar dolor de cabeza, ansiedad, estrés crónico, por ejemplo. Son somatizaciones por esa falta de control y auto obligación de agradar a los otros constantemente.
En el aspecto personal, la relación de pareja también se puede ver deteriorada. Puedes sentir que no compartís objetivos y deseos, que te falta realización personal. No siempre es porque la otra persona sea manipuladora o tóxica, como apuntábamos. Puede simplemente tratarse de una pareja que malinterpreta tu actitud porque no te has expresado sinceramente.
“Debemos entender que decir no es un acto legítimo; es decir, que hace que expresemos nuestra autonomía e independencia”, explica Franco. Esta psicóloga destaca que las personas que aprenden a decir no se sorprenden de que, en lugar de provocar rechazo, se encuentran con respeto y admiración por el hecho de ser asertivos en esas situaciones sociales.
Algunas estrategias para que te sea más fácil decir no son: