POR QUé CADA AñO QUE PASA NOS REíMOS UN POQUITO MENOS DE LAS MISMAS COSAS

Intenta pensar en una película que te hizo reír hace mucho tiempo, incluso años. Prueba a verla otra vez. ¿Te hace tanta gracia? Seguramente no. O sí, quién sabe. Lo cierto es que, según varias investigaciones que veremos a lo largo de este artículo, a medida que van pasando los años todo nos hace menos gracia o, como mínimo, no lo encontramos tan cómico como antaño. Se trata de una realidad amarga, pues eso quiere decir que cuanto más mayores somos, poseemos menos facilidad para la risa, individual o colectiva. Y, como es obvio, reírse de uno mismo o de situaciones concretas es lo más sano del mundo, aunque también hay formas de humor que no son del todo apropiadas para quien las emite, como veremos también a continuación. ¿A qué se debe este hecho?

Podría suceder como con la música. Según varios análisis de datos de Spotify, el descubrimiento musical alcanza su culmen en los 24 años y va disminuyendo hasta estancarse a los 30. De ahí que la búsqueda de música tenga un regusto proustiano, y de alguna forma nuestro gusto musical venga influido por todo lo que escuchamos antes de llegar a la mitad de nuestros 20 años. ¿Sucede lo mismo con el humor?

"Cuando comencé a investigar cómo madura el sentido del humor, sentí curiosidad por si sigue una trayectoria de declive, alcanzando su punto máximo en la edad adulta temprana y luego va disminuyendo poco a poco", explica Daniel Parris, quien ha recogido todos los estudios científicos publicados en torno al tema en un interesante reportaje publicado en Stat Significant. "La mayoría de las investigaciones muestran que nuestra capacidad para comprender y apreciar el lado cómico de la vida comienza a fallar más adelante, alrededor de los 60 años. Pero nuestra preferencia por el tipo de humor no disminuye, solo nuestra capacidad para comprender y procesar los chistes".

Es al término de la adolescencia cuando inevitablemente nos volvemos todos más serios y la vida, en general, ya no nos hace tanta gracia

Es decir, el sentido del humor nunca decae; si eres una persona que disfruta de los chistes o que tiene mucha facilidad para reírse de todo, lo más seguro es que eso vaya contigo a lo largo de toda tu vida. Pero, lo que sí que te afectará es el paso de los años, cuando el declive cognitivo se acreciente y afecte a tu capacidad para ver ese giro cómico. Hay más factores, como el generacional: un anciano de hoy en día no entiende muchos de los chistes o memes que hacen que un centennial se parta de la risa, pero no porque haya disminuido su capacidad para hallar lo cómico, sino porque no pertenece al mismo escenario cultural que este último.

El abismo del humor

Esto es algo evidente, pero lo cierto es que hay un momento de nuestra vida en la que nos reímos por todo y, sin saberlo, nunca seremos tan felices en caso de considerar que nuestro nivel de bienestar es equivalente a lo mucho que nos reímos. Una encuesta de Gallup certifica que existe un "abismo del humor" que empieza a acrecentarse y con ello la risa decae desde la infancia hasta que superamos los 65 años. Y luego, curiosamente, vuelve a ascender en caso de llegar a los cien años.

"Cada año nos reímos un poco menos, pero nuestras ganas de reír siguen intactas. Después de todo, seguimos siendo humanos"

Sin embargo, ninguno somos capaces de recordar el momento en el que nos reíamos por todo, ya que eso se produce cuando no tenemos todavía consciencia de nosotros mismos. Un estudio publicado en la revista Behavior Research Methods halló que el sentido del humor florece a los cuatro meses de edad, que es justo cuando el bebé empieza a responder con estímulos a su entorno y la risa emerge en su boca (junto con el llanto). A partir de entonces, la curva del humor experimenta un ascenso exponencial. A los dos años, el niño se ríe más del triple de veces que cuando tenía un año. Y, poco a poco y a medida que su cerebro va madurando y empieza a contradecir o poner en tela de juicio las normas sociales, hacer bromas a los demás o apreciar lo desagradable de lo abyecto (los chistes de caca/culo/pedo/pis son los más risibles en estas edades), su sentido del humor asciende, riéndose todo lo posible de cualquier cosa. Es al término de la adolescencia cuando inevitablemente nos volvemos todos más serios y la vida, en general, ya no nos hace tanta gracia.

Los cuatro (o cinco) tipos de humor

Como señala Parris, "la sensibilidad cómica de una persona se define por una variedad de preferencias que van fluyendo a lo largo de la vida", por lo que no siempre nos hace gracia lo mismo ni con la misma intensidad. Un estudio publicado en Current Psychology enumeró cuatro tipos de humor para intentar hacer un seguimiento de cuál de ellos se mantenía más y cuál menos. Así, llamó al primero y que más resiste como "de mejora personal" (encontrar situaciones cómicas en la vida cotidiana, a menudo dirigido contra uno mismo pero sin ser cruel), el humor "afiliativo" (buscar la risa en los demás para desarrollar un sentido de pertenencia a un grupo), el humor "contraproducente" (aquel que se basa en reírse de uno mismo socavando la propia autoestima) y el humor "agresivo" (al que nosotros directamente podríamos llamar humor "negro"). Así, el estudio demostró que conforme vamos aumentando la edad, el único que se queda es el primero, mientras que el afiliativo, el contraproducente y el agresivo van disminuyendo.

A medida que envejecemos, toleramos menos no poder encontrar un significado consistente a un chiste o que desafíe nuestra inteligencia

A la revista de psicología se le olvidó citar el humor absurdo, el cual a día de hoy es muy popular entre los usuarios de redes sociales. Absurdo porque basa su razón de ser en la propia reproductibilidad del chiste: la gracia aumenta cuanto más se comparte o viraliza. Se trata de un humor "hipermediático", ya que también los propios usuarios contribuyen a aumentar esa bola de nieve cómica. Y este tipo de humor sí que disminuye con la edad. El humor de tipo absurdo, al igual que el de resolver incógnitas, es particularmente de los jóvenes, como reflejó un estudio alemán publicado en la revista Psychology and Aging. A medida que envejecemos, toleramos menos no poder encontrar un significado consistente a un chiste o que desafíe nuestra inteligencia o conocimientos culturales.

Enrique Zamorano

Lo cierto es que hay un factor muy importante a tener en cuenta, llegados a este punto: cuanto más mayores nos hacemos, más probabilidades tenemos de vivir aislados o no depender tanto del contexto social. Aprendemos a reírnos gracias a los demás y seguimos riéndonos o haciendo reír por obtener una validación. Más allá del declive cognitivo propio de las edades avanzadas, el problema radica en que ya no nos esforzamos tanto por congratular a los demás o querer pertenecer a un grupo, que en el caso del humor hipermediático es muy evidente y palpable. Eso no quiere decir que perdamos la risa o las capacidades cómicas. "Cada año nos reímos un poco menos, pero nuestras ganas de reír siguen intactas", concluye Parris. "Nuestros cerebros cambian, al igual que nuestras normas culturales o situaciones sociales, pero seguimos siendo humanos y todavía seguimos queriendo que fluya la risa".

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