No descubrimos nada si decimos que, cuando llega el invierno, nos vestimos con más ropa para sobrellevar el frío. Sin embargo, todos nos hemos visto alguna vez en la situación de, por un lado, tener que llevar varias capas encimas para soportar las bajas temperaturas y, por otro, querer parecer un tipo elegante, grácil y con capacidad de movimiento. Por no hablar de la incomodidad de congelarse en la calle y acercarse a la lipotimia a causa de la calefacción cuando te encuentras bajo techo.
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En cambio, resulta curioso repasar las listas de los hombres mejor vestidos en esta época del año y percatarse de que –parece que– con ellos no van las inclemencias meteorológicas. Ellos tienen suficiente con sus jerséis de cuello vuelto, sus trajes y sus abrigos abiertos a pecho descubierto como si vivieran en un eterno otoño sin preocupaciones. Todos hemos intentado replicarlos, aunque sin éxito, hasta que hemos descubierto su truco.
Cabe pensar que estos hombres bien parecidos se colocan así de despecheretados para la foto y después corren a resguardarse del frío, pero no es del todo así. Ellos también visten a capas, por supuesto, son mortales y pasan frío, aunque guardan un as bajo la manga, por algo tienen el carnet del buen vestir a tope de puntos. Generalmente su técnica de layering (o vestir a capas) comienza con una base diferente a las del resto, y absolutamente asequible. Mientras el groso de la población empieza con una camiseta de algodón básica a modo de camiseta interior, esos hombres que se pasean confiados por la gélida ciudad ponen una camiseta térmica. Tiene el mismo aspecto que una de algodón, aunque el secreto que esconde en sus entretelas es muy diferente.
De primeras cabe pensar, como hace todo el mundo, que una camiseta térmica simplemente preserva el calor corporal y lo acumula sin dejarlo transpirar. Y así hasta asfixiarnos. Nosotros también imaginábamos que era así y que nos daría un tabardillo en mitad de la redacción aun teniendo 10 grados bajo cero al otro lado de la ventana; pero nada más lejos de la realidad.
La tecnología ha avanzado en los últimos años, también en lo que a textil se refiere. ¿Esto qué significa? Que la camiseta térmica se activa cuando la necesitamos, como si fuera un traje de superhéroe, como las Thermo de Impetus o las que incorporan la tecnología Heattech de Uniqlo.
Las fibras del tejido incorporan unas bolsas de aire que atrapan y mantienen el calor. Esto es cierto, pero, ¿cómo lo hacen para mantenernos con vida? A través de un proceso termodinámico, la camiseta absorbe la humedad del cuerpo –esto se produce cuando el cuerpo comienza a generar calor para protegernos del frío–, la transforma en calor y lo difunde por toda la prenda para que el cuerpo se mantenga seco. En resumen, cuando la camiseta detecta que estamos pasando frío, se activa para darnos una protección extra y retener el calor, calor que es generado por nuestro propio cuerpo. Es como trabajar en equipo con la ropa que llevas puesta.
Ahora bien, no es lo mismo el frío de España que el de Siberia, y el cuerpo tiene un límite de generación de calor. Pero, ¿por qué a esos hombres bien vestidos en los que nos miramos parece darles igual? Porque el truco no acaba aquí, hay diferentes niveles de calidez: básico, extra-cálido y ultra-cálido, y no por ello son unas más gruesas, incómodas o rígidas que otras. Son exactamente igual de finas y ligeras, por eso funcionan perfectamente como capa base.
Ahora solo falta añadir un par de prendas más y estarás listo para entrar a formar parte de ese club de hombres bien vestidos en invierno sin necesidad de llevar 200 kilos de ropa encima.