SI SOLO PUDIéRAMOS LLEVAR UN VESTIDO DURANTE TODO EL VERANO, SERíA EL úLTIMO DE ELLE FANNING

Decía Sofia Coppola que hace tiempo que decidió vestirse casi en exclusiva con un uniforme. Plantarse delante del armario cada mañana es un precioso tiempo que la directora e hija de Francis Ford Coppola no está dispuesta a perder. Una decisión menos, unos minutos que se le roban a un día que, en el caso de los cineastas, siempre está pautado por las exigencias de la productora.

En unos tiempos en los que hay demasiadas opciones a la hora de vestir, no está de más reducir la idea a su mínima expresión: comprar menos y mejor, quitar cosas en lugar de ponerlas, dedicar esos preciados minutos que habitualmente empleamos en nuestra apariencia a menesteres más “profundos”. La idea no es patrimonio de cineastas o diplomáticos o cualquier otra profesión a priori estresante y muy dirigida a una continua toma de decisiones. La idea nos pertenece a todos porque todos estamos eligiendo entre esto o aquello desde que nos levantamos de la cama.

Elle Fanning acaba de echarnos una mano para seguir adelante con el plan. La actriz que, por cierto, ha trabajado dos veces bajo la batuta de Coppola (coincidencia o no) ha lucido un precioso vestido durante la presentación de una campaña publicitaria de la ginebra Roku Gin –también dirigida por Coppola– que nos ha recordado otro asunto importante: los uniformes no tienen que ser ni aburridos ni carentes de color. El único requisito, tal y como ha confirmado el vestido en cuestión, es que sea agradable, fácil, natural. El modelo de Elle puede llevarse con cualquier zapato y a cualquier hora, y no hay tendencia que no lo quisiera en su libro de estilo. Si es cómodo y es bonito es eterno y, por lo tanto, un más que probable uniforme.

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