REIRSE DE LOS PECES DE COLORES

Mi mamá me enseñó la resiliencia antes de entender lo que era eso, de hecho escuché por primera vez esa palabra en la entrevista psicológica para un trabajo, siendo adulta.

Sin embargo, la capacidad de afrontar eventos difíciles –que es la definición de resiliencia– la aprendí en mi primer año de la universidad. En el ramo más difícil e importante de ese año, el profesor nos advirtió tan insistentemente de la carga de trabajo que tendríamos en el semestre, que llegué llorando a mi casa pensando que no iba a ser capaz. Mi mamá me dijo “tranquila, ya vas a ver cómo lo pasas y te vas a reír de los peces de colores”.

En ese momento no entendí muy bien qué quería decir con eso. Incluso me dio un poco de risa la expresión. Hoy sé que se usa cuando uno es capaz de afrontar eventos difíciles y ponerse de pie después de estos. Tiene que ver con reírse de las dificultades y problemas, especialmente cuando se ha pasado por sinsabores que ya se han superado.

Así me ocurrió a mí. Al final del semestre, no solo pasé el ramo, sino que me hice ayudante y terminé trabajando con ese profesor en mi primera pega.

No sé si mi mamá me dio consejos así antes de los 19 años, pero ese día, me hice consciente de esta frase que he aplicado en momentos bien duros de mi vida. Saliendo de la universidad tuvimos un accidente de tránsito grave. Pese a que tenía la cara quebrada, siempre fui capaz de ver que después del dolor venía la recuperación. O sea, que al final del camino, me iba a “reír de los peces de colores”.

Me pasó también cuando decidí ir a estudiar a Londres; el proceso de postulación y migración fue una de las experiencias más estresantes que he vivido. Pero ahí estaba la frase de mi madre otra vez. Incluso estando allá me di cuenta que tenía su versión inglesa, porque ellos usan la frase “think in Christmas” para decirle a alguien que mire hacia el futuro y no se quede pegado en un problema del presente.

Así, las palabras de mi mamá –de sabiduría universal, al parecer– me enseñaron a mirar más allá, a ser positiva, a no dejarme vencer, a afrontar los momentos difíciles bajo la certeza de que lo malo pasa. Pero también me entregaron –junto con una crianza basada en el amor– la confianza en mí misma necesaria para lograrlo. Porque esa primera vez que me vio asustada por no ser capaz de terminar bien el semestre en la universidad, ella estaba convencida de que yo iba a ser capaz.

Esa confianza y seguridad que sólo una madre te puede entregar, es un regalo que le agradeceré siempre. Y esa frase, una que yo ahora también le repito a mis seres queridos: hay que aprender a reírse de los peces de colores.

2024-05-07T12:47:37Z dg43tfdfdgfd