QUé VER EN SAVANNAH, ELOGIO DE LA VIDA SUREñA

Contemplamos el atardecer desde la azotea del hotel Perry Lane, donde los tejados de Savannah crean una mágica postal con el puente sobre el río que da nombre a la ciudad como punto de fuga. Es el inmejorable colofón a un intenso día entre recoletas plazuelas, vetustas mansiones y calles arboladas que nos llenan de sabor sureño, nostalgia y una energía electrizante.

El fundador de Georgia y Savannah fue el carismático James Oglethorpe, que llegó a esta costa del Atlántico en 1733 junto a 114 colonos para dar una nueva oportunidad a los deserving poor de Inglaterra. Con una idea clara de la sociedad que deseaba fundar, Ogglethorpe creó un plan urbano racional: 24 plazas ajardinadas en una parrilla cuadriculada junto a la desembocadura del río Savannah, que divide Georgia y Carolina del Sur.

De esas 24 plazas originales quedan 22, con sus casas y mansiones del siglo XVIII y esos fotogénicos robles de los que cuelga musgo español. El paisaje arquitectónico de la ciudad se ha salvado gracias, sobre todo, a dos factores: durante la Guerra de Secesión (1861-1885) el general Sherman decidió no quemar Savannah alegando que era “demasiado bella para destruirla”. No pasó lo mismo con Atlanta, que ardió entera.

Por otra parte, en la década de 1950, un grupo de mujeres locales fundó la Historic Savannah Foundation para preservar el centro histórico. Savannah fue de hecho una de las primeras ciudades de Estados Unidos en tener un Historic District.

Gracias a tal esfuerzo hoy estamos ante una metrópoli de belleza innegable, pero también compleja. La mayor parte de su población, afroamericana, convive con la vieja burguesía, amén de artistas, emprendedores y estudiantes que se han instalado en el distrito histórico, insuflándole nueva vida. Uno de los principales motores de este cambio es la prestigiosa Savannah College of Art and Design, fundada por Paula Wallace en 1978 y con su propio museo, el SCAD Museum.

En la ruta del arte también están los Telfair Museums. Inaugurado en 1886, es el museo de arte público más antiguo del sur de los Estados Unidos. Hoy en día consta de tres edificios únicos: la Academia Telfair, la histórica Owens House & Slave Quarters y el contemporáneo Jepson Center for the Arts. Fundado gracias al legado de Mary Telfair en 1875, actualmente acoge más de siete mil obras, entre las que destacan el impresionismo americano, la Escuela Ashcan y la plata. Su colección contemporánea incluye a artistas como Frank Stella o Mickalene Thomas.

Para captar el espíritu de Savannah, nada como meterse en alguno de sus trolley tours, ya que puedes subir o bajar en varios puntos. Si te divierte lo paranormal –dicen que esta es ciudad de fantasmas– no te pierdas la ruta Got Ghosts, cuyo fundador, Patrick Burns, investiga fenómenos paranormales.

No hay que obviar el cementerio de Bonaventure, donde se encontraba la famosa estatua de la Bird Girl, portada de una de las novelas más icónicas ambientadas aquí, Medianoche en el jardín del bien y del mal (John Berendt), cuya adaptación cinematográfica disparó la fama de la ciudad. La otra fue Forrest Gump: el banco del jardín donde se sentaba Forrest a comer bombones está en Chippewa Square.

La estatua de la Bird Girl ahora se encuentra en los museos Telfair, pero Bonaventure tiene su atractivo por las tumbas de dos ciudadanos ilustres: el premio Pulitzer Conrad Aiken y Jonny Mercer, letrista de Moon River. Por cierto, si somos mitómanos podemos visitar también las casas de la escritora Flannery O’ Coonor y de Juliette Gordon Low, fundadora de las Girl Scouts.

Tras pasear por Forsyth Park y comer un brunch estupendo en Collins Quarter, situado en mitad del parque –los sábados se celebra aquí el Farmer’s Market, con productos locales–, confirmamos la fama gastronómica de la ciudad. No solo la sureña tradicional, también la de jóvenes cocineros como Mashama Bailey, ganadora del Best Chef Award en 2022, que ha devuelto la cocina sureña a sus raíces ancestrales, sus “black roots”. Su restaurante, The Grey, ocupa una antigua estación de autobuses.

Mashama y otros chefs, como Brandon Carter, de Common Thread, encabezan un movimiento que lleva al futuro la cocina tradicional del llamado Low Country a través de ingredientes sostenibles y cultivos de herencia. En Common Thread prueba las gachas de arroz con hongos a la barbacoa, el daikon en escabeche y el arroz dorado Carolina, de herencia local.

Tampoco te pierdas locales emblemáticos como Leopold’s Ice Cream y el restaurante Mrs. Wilke’s Dining Room, que sirve el clásico pollo frito y el gumbo de okra, así como los actuales Husk y Little Duck Dinner y el histórico Circa 1875, de cocina francesa.

Para disfrutar de un cóctel, además de la azotea del ya citado Perry Lane, toma nota del Savoy Society o el histórico Pinkie Masters, abierto en 1953 por el boxeador Luis Chris Masterpolis, de apodo “Pinkie”.

La calle más comercial de Savannah es Broughton Street, con tiendas locales y de firmas americanas, pero si bajamos al Starland District, que está al sur de Forsyth Park, y sobre todo a Bull Street, encontraremos buenos anticuarios como Arthur Smith y Arcanum y ropa vintage. Si eres amante de los libros párate en E. Shaver y The Book Lady.

Savannah también atrae a amantes de la naturaleza, ya que está rodeada de parques naturales y dispone de una rica flora y fauna salvajes (caimanes, tortugas, patos, delfines...). La costa ofrece un conjunto de pantalanes e islas costales que sirven de barrera natural. Hay varios tours guiados a las diferentes reservas y, si queremos disfrutar de una buena playa, la más famosa se encuentra en la cercana isla de Tybee, con un precioso faro y donde podremos degustar los deliciosos mariscos de la zona en The Crab Shack.

Mención aparte merecen los templos religiosos, como la basílica católica St John the Baptist, la Trinity Methodist Church, en cuya entrada cuelga la bandera del arco iris, y la Second African Baptist Church, donde en 1963 Martin Luther King recitó frases que serían la base de su famoso I have a dream, discurso que dio en agosto del mismo año en Washington.

Para dormir, Perry Lane, A Luxury Collection de Marriott, ocupa dos edificios históricos del centro y su azotea, Peregrin, es parada obligada aunque no te alojes en el hotel. Otra estupenda opción es The Alida, también de primera categoría pero algo más asequible que Perry Lane. Situado cerca del río y su animado paseo, cuenta con una agradable piscina para sobrellevar mejor el calor y su restaurante, de estilo diner, ofrece un brunch delicioso. Si prefieres estar justo encima del río, en la histórica River Street, no hay mejor plan para dormir (o no) que el hotel JW Marriott Plant Riverside, un complejo de tres edificios ubicados en la que un día fue la central eléctrica de la ciudad. Aquí encontrarás varios restaurantes, un cómodo spa, piscinas y divertidas azoteas.

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Todo esto no es Savannah, sino solo un esbozo rápido y emocionado de una de las ciudades más vibrantes del sur de Estados Unidos. Ahora solo queda una cosa: volver. Porque querrás hacerlo.

Este reportaje fue publicado en el número 157 de la Revista Condé Nast Traveler España. Suscríbete a la edición impresa (18,00 €, suscripción anual, llamando al 902 53 55 57 o desde nuestra web). El número de Condé Nast Traveler de abril está disponible en su versión digital para disfrutarlo en tu dispositivo preferido.

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