"THE PHOENIX": LA OBRA MAESTRA DE SCHIAPARELLI PARA 2025
La colección primavera-verano 2025 de Schiaparelli, titulada "The Phoenix", comenzó con un despliegue técnicamente brillante. El look de apertura fue un vestido que evocaba un ave fénix, con dos alas de plumas en un impresionante trampantojo de cromo tridimensional que envolvían suavemente a una modelo negra, complementada con pendientes plateados que simulaban una cáscara de huevo.
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Este desfile rinde homenaje a un momento icónico en la historia de la casa, cuando Elsa Schiaparelli, la fundadora, se vistió con una estola de plumas en tributo a la gran bailarina Anna Pavlova. Mientras Pavlova es conocida por su papel en "El cisne moribundo", Elsa se veía a sí misma como un ave fénix, siempre en constante reinvención.
Este concepto se reflejó en toda la colección, con vestidos de seda lavada y corpiños de crepé de lana que presentaban hombros a modo de ala de ave fénix y a menudo con escotes pronunciados. La presentación, impecable, se llevó a cabo en el sótano del Hotel Solomon de Rothschild, convertido en una caja negra con una gruesa alfombra de pelo y decorado únicamente con tres grandes lámparas de araña.
El casting desfiló hasta la primera fila, con el espacio iluminado desde abajo por pequeños haces de luz, "para conseguir la iluminación de Degas", según explicó el director creativo de Schiaparelli, Daniel Roseberry. Las cabezas de las modelos aparecían envueltas en crepé transparente, y todas miraban directamente a los ojos de los invitados, exigiendo la atención de las redes sociales a través de los editores y los fans con sus teléfonos. Era un desfile donde las modelos parecían empoderadas, irradiando una energía que casi parecía incendiar sin llamas.
Uno de los vestidos más destacados terminaba con un corsé en la espalda, presentando un extraordinario vestido-corpiño en forma de milhojas con cientos de círculos móviles que ondulaban por todo el conjunto. La colección también incluía un mono de silueta "cocoon" hecho de falso pelo de caballo y lentejuelas que recreaban la piel de una cebra, así como una chaqueta fantasía con trampantojo de plumas de ave del paraíso.
Todo esto se desarrolló con una lúgubre banda sonora de baladas, incluyendo a Nina Simone cantando "Plain Gold Ring". "Quería que pareciera un ballet surrealista e hipersensual", explicó Roseberry después del show. "No quería sentir nostalgia. Temía que fuera un homenaje. Así que quería que se sintiera antiguo, pero joven y retorcido al mismo tiempo", concluyó.
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